Luego del atar de Satanás, habrá un cielo nuevo y una tierra nueva. No va a haber una creación completamente nueva, solo una renovación de la creación existente. El día del Señor destruirá los impíos y, de paso, le causará daños graves a la tierra. Es necesario que se renueve la tierra antes de que Jesús gobierne. El Señor hará nuevas todas las cosas. Los animales dejarán de ser violentos, la gente ya no tendrá problemas laborales y la mayoría de las personas vivirá por mucho tiempo. [Isaías 65:17-25] Para los cristianos, quienes vivirán en la nueva Jerusalén, todo será aún mejor. Ya no habrá lamento, ni dolor ni muerte.
Además de un cielo nuevo y una tierra nueva, Juan vio que bajó del cielo la nueva Jerusalén. El Señor vivirá con su pueblo. Los creyentes vivirán en la nueva Jerusalén como reyes y sacerdotes con Cristo durante el reino milenial. La nueva Jerusalén será enorme y contará con una muralla. Habrá puertas de perlas, calles de oro puro y piedras preciosas en todas partes. Por cierto, no va a haber un templo en la ciudad, pero sí habrá un templo durante el reino milenial. [Apocalipsis 21:22; Ezequiel 40-48] ¿Qué pasa con eso?
Pues, es muy probable que la nueva Jerusalén se cierna sobre la tierra después de descender del cielo. De hecho, Juan nunca vio que la ciudad aterrizara. Asimismo, la ciudad proveerá luz para el mundo debajo. [Apocalipsis 21:23-24] La parte central de la nueva Jerusalén quedará por encima del monte Sion. El monte Sion será el monte más alto de todo el mundo durante esta época. [Isaías 2:2] El templo nuevo se extenderá hasta la nueva Jerusalén que se cierne sobre el monte. Esto significa que Cristo va a reinar de la nueva Jerusalén y el templo nuevo a la vez, desde el mismo salón de trono.