El dólar estadounidense es la moneda de reserva mundial desde la conferencia Bretton Woods en 1944. En aquel entonces, los Estados Unidos prometió intercambiar dólares por su valor en oro. En 1971, sin embargo, la expansión monetaria del Banco de la Reserva Federal llevó a una crisis. La Reserva Federal aumentó la oferta monetaria demasiado y varios países querían intercambiar sus dólares por oro.
La guerra en Vietnam y la beneficencia pública (la Gran Sociedad) costaron mucho. Por imprimir muchos dólares, el dólar tenía menos poder adquisitivo. Dentro del país, los precios estaban altos, lo que no es sorprendente porque es una de las principales consecuencias de la expansión monetaria. Asimismo, los EE.UU. pasaba por débil crecimiento económico y mucho desempleo. La combinación de una moneda débil y la falta de crecimiento económico se llama estanflación. Para proteger las reservas de oro estadounidenses, el Presidente Richard Nixon hizo que el dólar estadounidense ya no se pudiera intercambiar por oro. Claro, eso no ayudó el valor del dólar.
A fin de cuentas, la moneda debe tener valor verdadero. El dólar necesitaba respaldarse por metales preciosos o materias primas. Para mantener el dólar como la moneda de reserva mundial, la élite estadounidense vinculó el dólar con el petróleo. Se supone que el entonces Secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger y la familia real de Arabia Saudita llegaron a un acuerdo. Poco después de esto, el resto de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se unió. Nació el petrodólar.
El sistema del petrodólar se refiere a dólares estadounidenses a cambio de petróleo, o sea, un país exportador recibe dólares por su petróleo. Hasta hace unas semanas, la mayoría de las transacciones de mercancías del mundo usaron dólares estadounidenses. Gracias a sanciones a Rusia, uno de los mayores exportadores de materias primas del mundo, ahora se usan otras monedas para comprar el carbón y el petróleo ruso. Rusia insiste en que países hostiles compran su energía en rublos. Mientras tanto, informan que Arabia Saudita considera la posibilidad de aceptar yuan en lugar de dólares en sus negocios con China. El crecimiento de transacciones en otras monedas va a reducir la demanda de dólares y destruirá su posición como la moneda de reserva mundial.
A principios de marzo, estratega de inversiones de Credit Suisse, Zoltan Pozsar, observó: “Estamos presenciando el nacimiento de Bretton Woods III, un nuevo orden mundial (monetario) centrado en monedas basadas en productos básicos que probablemente debilitará el sistema del eurodólar y también contribuirá a las fuerzas inflacionarias en el oeste.” Unas semanas después, agregó que nuestro sistema actual, Bretton Woods II, tiene un impulso deflacionario (globalización, comercio abierto, cadenas de suministro justo a tiempo), mientras que Bretton Woods III va a proporcionar un impulso inflacionario (desglobalización, autarquía, acumulación de materias primas, duplicación de las cadenas de suministro y gasto militar adicional para poder proteger lo que quedará del comercio marítimo). En otras palabras, en los próximos años, las potencias mundiales van a tratar de conseguir recursos y la influencia. La situación se va a poner fea en África.
Sorprendentemente, los EE.UU. va a beneficiarse a largo plazo. Es que los EE.UU. es el único país en el mundo, además de Rusia, que puede ser autosuficiente. Por ejemplo, con el Presidente Trump a cargo, los EE.UU. consiguió la independencia energética. Aunque el dólar perderá mucho valor a corto plazo, el país puede eliminar las presiones de inflación por volver a poner el dólar en el patrón oro. Hagan caso a los enormes cambios en los sistemas e instituciones estadounidenses en los próximos años. Es probable que la Reserva Federal no sobreviva.
En resumen, países como Francia, Rusia y el Reino Unidos, los que tenían imperios grandes antes del ascenso de los Estados Unidos, van a volver a sus raíces imperialistas. Estas naciones, con otras como Japón, van a tratar de crear nuevas cadenas de suministro. El globalismo ha muerto; el imperialismo ha vuelto. Desde una perspectiva profética, va a haber tres grupos: naciones de oveja, naciones de cabra y el grupo de la gran Babilonia.