“Yo, Juan, me dirijo a las siete iglesias que están en Asia.” Estas iglesias estaban en Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea, Turquía actual.
“Que la gracia y la paz estén con ustedes.” La gracia es el poder de Dios, el que nos hace capaz de creer en él y a seguirlo. El Padre es el que “es, el que era, y el que ha de venir.” El Espíritu Santo se llama “los siete espíritus” que están ante el trono del Padre. 7 representa la perfección, la integridad o la culminación. Este nombre no se refiere a siete espíritus diferentes, sino el Espíritu Santo, quien es perfecto.
Jesús es “el testigo fiel” quien fue el primero en resucitar a la vida eterna y es “soberano de los reyes de la tierra.” Él “nos ama y con su sangre nos lavó de nuestros pecados.” También “nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre.” Es nuestro Dios y nuestro Padre porque en Cristo, por medio de su sangre, somos reconciliados con el Padre.
“¡Miren! ¡Ya viene en las nubes!” Se refiere a Daniel 7:13-14, el que menciona al hijo del hombre. Jesús se llamó el hijo del hombre varias veces. [Marcos 14:62]
“Y todos lo verán, aun los que lo traspasaron; y todas las naciones de la tierra harán lamentación por él.” Cita Zacarías 12:10, una profecía de la crucifixión de Jesús, específicamente el momento en el que los soldados romanos lo atravesaron [Juan 19:34, 37]. Además, describe su regreso.
“Dios el Señor dice: «Yo soy el Alfa y la Omega, [el principio y el fin,] el que es, el que era, y el que ha de venir. Soy el Todopoderoso.” Sabemos que Jesús dijo eso porque en Apocalipsis 22:12-13 dice algo similar: “¡Miren que vengo pronto! Traigo conmigo mi recompensa, y le pagaré a cada uno según lo que haya hecho. Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin.”
Jesús no solo es macho alfa (es obvio), sino también es eterno. Jesús siempre es y siempre será, como el Padre y el Espíritu Santo.